El nuevo ministro británico de Finanzas, Kwasi Kwarteng, ha anunciado que recortará el impuesto sobre la renta de las personas físicas, que frenará los aumentos de impuestos planificados para las empresas y para la seguridad social y que levantará el límite impuesto a las bonificaciones de los banqueros como parte de medidas polémicas para impulsar la tambaleante economía británica, que está a punto de entrar en recesión.
“Necesitamos que los bancos internacionales creen empleos aquí (…) y paguen impuestos aquí en Londres, y no en París, Fráncfort o Nueva York”, afirmó, poniendo fin a una regla heredada de la Unión Europea.
También ha reducido el impuesto para los compradores de vivienda para espolear el mercado inmobiliario, pese a la subida de los tipos de interés ayer hasta el 2,25% que supone un incremento de las hipotecas de 690 euros anuales. Se trata del mayor recorte de impuestos desde 1972 y está valorado en 51.000 millones de euros.
El presupuesto del nuevo gobierno de Liz Truss también incluye un paquete de ayudas para el recibo de la energía valorado en 68.000 millones de euros en los próximos seis meses.
“En base a los precios recientes (de la energía en los mercados) el costo total del paquete energético para los seis meses a partir de octubre debería ser de unos 60.000 millones de libras”, especialmente para congelar las facturas de los hogares, anunció Kwarteng al presentar el presupuesto ante el Parlamento británico.
El ministro Kwarteng ha dicho que con estas medidas esperan recortar la inflación a la mitad, hasta el 5%. Parte de su partido y la oposición laborista creen que la va a incrementar.
La jefa de gobierno Liz Truss y el nuevo ministro de Finanzas aseguraron que, pese a su costo, esta política tendrá “beneficios sustanciales” para una economía británica al borde de la recesión, con una inflación en torno al 10%, un nivel máximo en 40 años.