¿Realmente es un trabajo? A Luis no le cabe duda de que sí. Hace dos años este joven mexicano dejó su puesto en un banco y se convirtió en un “influencer” con millones de seguidores en redes sociales.
Pero también reconoce que el éxito digital puede ser flor de un día si no hay constancia ni calidad, en un universo cambiante y con una competencia despiadada.
Publicando videos cómicos, Luis Méndez, de 25 años, ha ganado 11,7 millones de seguidores en TikTok y 6,4 millones en YouTube.
También realizó el sueño de todo creador: “monetizar” su contenido, cuenta a la AFP durante la convención internacional de “influencers” Vidcon, en Ciudad de México.
Se trata de un proceso complejo en el que las plataformas pagan según el número de visualizaciones, el país donde se ven los videos, su duración y la publicidad asociada.
“Se puede vivir de la creación en YouTube”, asegura -sin mencionar cifras- José González, veinteañero con 830.000 suscriptores en esa plataforma, donde celebridades como el mexicano Luisito Comunica cautivan a 39,4 millones de personas.
Para Luis Méndez, el camino comenzó tras dejar el banco en plena pandemia y enfocarse en su carrera. Así, logró viralizar una primera escena en la que parodia a un niño que pide a su primo un “snack”.
Siete meses después recibió su primer pago, que invirtió en un celular y una computadora.
Con la estrella sobre sí, ahora le piden consejos. “Les digo que sean constantes e identifiquen lo que quieren. Tener un video viral puede ser fácil, lo difícil es mantenerte”, dice.
– Dura competencia –
Uno de los videos más recientes de Susy Mouriz, una panameña de 16 años, sumbaba el domingo 5,8 millones de visitas en YouTube. En él personifica a una estudiante que llega tarde a la escuela.
Refundida entre los asistentes a Vidcon, Susy cuenta con 7,8 millones de seguidores en YouTube y 8,7 millones en TikTok. Pero el mayor reto fue convencer a su madre para que le ayudara a producir su primer contenido, que se regó como pólvora.
Para esta jovencita, la creación por ahora solo es “hobby y diversión”. Para Conny Merlín, comunicóloga, se convirtió en su “fuente de ingreso”, aunque comenzó “por amor al arte”.
“Si haces algo solo por dinero no vas a tener éxito. Tiene que ser parte de lo que te gusta y en lo que eres bueno”, afirma Conny, quien entretiene a 2,2 millones de personas en YouTube con contenidos para público infantil.
Pero en la competencia por el liderazgo digital, con figuras que alardean fama y riqueza, no todo es color de rosa. El aumento vertiginoso de creadores volvió más feroz la lucha por los fans y la repartición de beneficios.
“Antes era un poco más fácil. Ahora hay más creadores. No me va mal, pero es más exigente”, comenta a la AFP Ximena Michaus, quien a sus 20 años ha enganchado a 1,9 millones de personas en TikTok con videos enfocados en niños, que progresivamente viran a un público adulto.
Aunque las plataformas ofrecen un sinnúmero de nichos, desde tips de maquillaje hasta claves para triunfar en redes, también tienen límites.
“El espectro de las nuevas plataformas no es tan amplio. Los contenidos más virales tienen entre siete y diez tendencias. De ahí empezamos a ver una serie de repeticiones”, comenta a la AFP Andrés Vidal, profesor de comunicación de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Es lo peligroso de las plataformas. La originalidad se pierde y la posibilidad de convertirse en la próxima celebridad se reduce”, añade.
– Riesgo de engaño –
En el furor por el éxito digital surgen iniciativas para encauzar el talento, desde empresas de marketing que prometen convertir creativos en emprendedores, hasta institutos que ofrecen programas para formar “influencers”.
“Cuando tienes información valiosa solo necesitas el empujón”, afirma Mariana Salgado, gerente de marketing para Latinoamérica de la firma Hotmart, durante una conferencia de Vidcon.
Frente a la proliferación de “contenido vacío”, Delgado defiende una visión en la que personas con conocimientos específicos impacten positivamente.
“Tenemos la esperanza de traer a Luisito Comunica (…) para que les diga a los chicos que no solo se trata de ser famoso”, sino que descubran “cómo pueden contribuir a la sociedad”, asegura.
Ximena cree que se pueden enseñar algoritmos, edición o segmentación de audiencias, pero nunca a ser “influencer”.
Hay quienes crean una “falsa expectativa, un engaño para los chicos” porque “no es algo que se aprenda simplemente manejando un celular”, advierte Vidal.