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Evocan a Lola Beltrán, Amparo Ochoa y Chayito Valdez, en conversatorio

“Ellas pervivirán mientras su canto exprese el sentir del pueblo”, dijo Feliciano Castro, en el inicio del ciclo de Triálogos 2025, en el ISIC

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Culiacán, Sinaloa.- “Lola, Amparo y Chayito, más allá del mercado, perviven en el pueblo por su canto”, expresó Feliciano Castro Meléndrez, al participar en el conversatorio Ave de tres trinos: Lola, Amparo, Chayito, realizado la tarde de este martes en el Centro Sinaloa de las Artes Centenario, en el primero de diez conversatorios del ciclo de Triálogos 2025, Pensamiento, Palabra, Música.

Agregó que, así como “los poetas no mueren, más allá de la muerte perviven a través de su palabra; igual Lola, Chayito y Amparo, más allá de su muerte, perviven, laten en el corazón del pueblo; por eso las tenemos ahora, más allá de cualquier marca, de tequila o lo que fuera, creo que esto es lo que a mí me convoca a pensar, y justamente mientras ellas, su canto se represente en el pueblo, en su sentir, en sus aspiraciones, van a permanecer”.

El conversatorio, en torno a las figuras de las cantantes Lola Beltrán, Amparo Ochoa y Chayito Valdez, fue organizado por el Instituto Sinaloense de Cultura a través de la Dirección de Patrimonio, Museos e Investigación, y participaron además la cantante María Inés Amézquita Ochoa, hija de Amparo, y el tenor Ricardo Rodríguez como conductor.

Ricardo Rodríguez comentó que Sinaloa es parte importante de la historia de la música de México, y estas mujeres escribieron definitivamente páginas importantísimas; páginas nacionales, y agregó que una de las mayores aportaciones de Lola Beltrán fue lograr que la música mexicana, que los críticos de artes consideraban hasta entonces como una artesanía, la consideraran un arte; y sin duda fue un parteaguas, porque ella llegó a Bellas Artes con un concierto magistral, con esta técnica vocal maravillosa.

Otra de sus aportaciones fue “echarle” la sinfónica al mariachi, o sea, empezó a mezclar los instrumentos sinfónicos (oboes, fagots, chelos, contrabajos) con el mariachi tradicional y esa fue otra de sus grandes aportaciones, además de ser la primera mujer que cantó en el Olimpia de París, un hecho que la gente idealiza mucho, aunque el Olimpia es el equivalente al Teatro Blanquita de nosotros, o sea un teatro de revista en París.

Feliciano Castro dijo que el soporte cultural, el contexto social en los que emergen Lola, Chayito y o Amparo, tiene que ver con esa condición rural, por muy minero que podamos tener la referencia a Rosario, era una comunidad eminentemente rural.

De Amparo Ochoa comentó que es una mujer que desde el canto asumió un compromiso en las trincheras de lucha de los años 70 y los 80, si había un pueblo luchando, si había campesinos luchando, si había migrantes de la sierra a las colonias populares de Culiacán, por ejemplo, Amparo estaba solidariamente en esos movimientos, pero además, entendía que no basta simplemente luchar por una petición en concreto, sino que reivindicó que era necesario transformar este país y tenía que ser por la izquierda.

A su vez, María Inés evocó a su madre, Amparo Ochoa, y su profundo apego al terruño: “A donde quiera que iba, no importa en qué parte del mundo estuviera, ella siempre se acordaba de su pueblo Costa Rica, Sinaloa, y platicaba de cómo era Costa Rica, de sus vecinos, de sus papás, y ahí estaban los holandeses viéndola nomás, preguntándose qué estará diciendo esta mujer, pero ella quería que el nombre de Costa Rica y de Sinaloa estuvieran presentes en estos eventos”.

 

De Chayito Valdez se recordaron sus humildes orígenes en su pueblo natal, Orba, Guasave, donde vendía empanadas que hacía la abuela y pedía permiso para cantar en la tienda de raya cuando era niña, pero a finales de los años setenta, esa niña competía en popularidad con el mayor vendedor de discos de ese momento, que era Vicente Fernández.

Chayito Valdez fue la primera cantante ranchera de minifalda, por ejemplo, porque era lo que se usaba en esos años y sus primeras canciones no las grabó en una disquera sino en la radio, y buscaba sus propios compositores, y así se fue a Guadalajara con una cinta con cuatro canciones grabadas en la radio para proponerlas y empezar a grabar de manera profesional, con gran éxito. Otra de sus aportaciones fue grabar con esa fusión de mariachi con norteño, característica del norte de Sinaloa.

La plática fue aderezada con la voz de María Inés Ochoa, quien, acompañada en la guitarra por Raúl Carrasco, interpretó temas característicos de las tres mujeres: La Celosa, que popularizó Chayito; Cucurrrucucú, paloma, que hizo famosa Lola, y Jacinto Cenobio, que cantaba su madre, Amparo.

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