Las sucesivas olas de calor y la sequía alimentan las inquietudes sobre la viabilidad del parque nuclear francés que necesita determinados volúmenes de agua de los ríos para el enfriamiento de los reactores.
Entre incendios, sequías y olas de calor, Europa vive un verano sofocante. El mes de julio de 2022 fue uno de los tres más calientes jamás registrado, según datos de la Organización meteorológica mundial. Y las consecuencias ya se hacen sentir, como en Francia por ejemplo donde se han registrado numerosos incendios hasta en regiones donde no son tan frecuentes. La fauna marina del mediterráneo también podría verse afectada por el aumento de la temperatura del mediterráneo. Y varias regiones sufren de la falta de agua, con restricciones al consumo y falta del líquido vital para el riego de los cultivos.
El bajo nivel de los ríos y las temperaturas mas altas de las aguas causa también otro efecto preocupante: perturba la actividad de las plantas nucleares. Con sus 56 centrales de este tipo, Francia ha podido asegurar su independencia energética, exportar energía y depender menos de los hidrocarburos.
Sin embargo, la producción de energía nuclear se encuentra en niveles históricamente bajos. De los 56 reactores nucleares que cuenta Francia, 29 han cesado temporalmente su actividad por diversas causas como la corrosión o inspecciones de rutina. En los últimos días, sin embargo, la empresa EDF redujo la producción de luz de varias plantas nucleares debido a las altas temperaturas de los ríos utilizados para la refrigeración de los reactores.
Las centrales bombean agua para enfriar los reactores antes de descargarla.
Derogaciones para otras plantas nucleares
Cada central tiene sus propios límites reglamentarios en cuanto a la temperatura del agua vertida, que no debe superarse para no calentar los cursos de agua circundantes y proteger la fauna y la flora. Pero la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) ha prorrogado hasta el 11 de septiembre las derogaciones medioambientales de las que se beneficiaban cuatro centrales para poder seguir vertiendo agua más caliente de lo habitual.
La medida fue criticada por los defensores de la biodiversidad de los ríos.
Si no se respeta las normas establecidas, “es inevitable que el medio ambiente natural sea perturbado”, deplora el ingeniero Johnny Da Silva, ex presidente de la ONG Sortir du nucléaire Paris, citado por France24.
Según las asociaciones ecologistas, el calentamiento del agua de los ríos está provocando un peligroso descenso de la biodiversidad. Al aumentar la temperatura del agua, se agota el oxígeno, lo que afecta a especies ya amenazadas, como el salmón y la trucha.
Las altas temperaturas también favorecen el crecimiento de algas ávidas de oxígeno, en detrimento de otros organismos, que mueren asfixiados. Además, el agua más caliente podría provocar el desarrollo de bacterias, como las especies de legionela, que pueden contaminar los ríos y causar problemas de salud.
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