Entre los beneficios de tomar siestas está el de evitar la demencia senil.
Las siestas son una forma de fomentar la salud del cerebro humano, reveló un estudio. La revista Sleep Health presentó el análisis de los datos de personas de 40 a 69 años y encontró un vínculo causal entre la siesta habitual y un mayor volumen cerebral total, una característica de la buena salud cerebral y menor riesgo de demencia.
Analizaron 97 fragmentos de ADN para determinar la probabilidad de que la gente durmiera habitualmente, compararon características de salud cerebral y capacidades intelectuales, y al parecer algunas personas están genéticamente “programadas” para dormir la siesta y otras no. Entre quienes tiene estas variantes genéticas para dormir equivalía hasta 6.5 años de no envejecimiento.
El impacto de las siestas habituales
Las siestas diurnas, definidas como breves períodos de sueño durante el día, es universal y el comportamiento predominante.
La mayoría de los niños menores de tres años duermen la siesta (80 % de los niños de uno a dos años y 65% de los de tres años), pero la siesta es menos común durante la edad escolar (12.7 % de los niños de seis a 13 años). y la edad adulta (13.7% de 26-64 años). La siesta vuelve a aumentar en los adultos mayores (27% de los mayores de 65 años). El impacto de este comportamiento en la salud cerebral es de especial interés.
La siesta parece benéfica para el rendimiento en tareas cognitivas
Estos beneficios surgen inmediatamente después de una siesta breve (por ejemplo, de 5 a 15 minutos) y pueden durar entre una y 3 horas. Después de una siesta larga, de 30 minutos, surge un deterioro temporal del rendimiento, seguido de mejoras que pueden durar hasta un día.
Algunos autores argumentan que los individuos que duermen siesta con frecuencia y los que nunca duermen siesta pueden diferir en los beneficios derivados de la siesta, sin que estos últimos experimenten ningún beneficio.
Sin embargo, un meta análisis reciente no encontró este efecto pero afirmó que, en estudios anteriores, esta diferencia era clara para las tareas de memoria, pero los efectos de la siesta en otros dominios cognitivos eran mixtos.
Conclusiones
Los participantes en el estudio que informaron que “generalmente” tomaban una siesta durante el día eran mayores, menos probable que fueran mujeres, más probable que sufrieran privaciones, que fueran fumadores actuales, que tomaban antihipertensivos, tenían un diagnóstico de diabetes y tenían una enfermedad cardiovascular prevalente.
Este grupo también tuvo tiempos de reacción más lentos y, en promedio, un volumen cerebral total más pequeño en comparación con aquellos que “nunca/rara vez” o “a veces” tomaron una siesta durante el día.